Semanas de otoño en la playa: destinos de la costa para ir en temporada baja

Desde Villa Cañás y localidades cercanas de nuestra querida Santa Fe, llegar a Mar del Plata en micro resulta más sencillo de lo que parece, con conexiones que funcionan todo el año. Viajar fuera de temporada no solo significa bolsillos más contentos, sino también playas prácticamente para uno solo.

Mar del Plata sin multitudes
La "Feliz" muestra otro semblante cuando baja la marea turística. Sus playas enormes, ahora casi vacías, invitan a caminar sin rumbo mientras el viento atlántico despeja la mente. El centro mantiene cierto pulso comercial pero sin agobios, con tiendas y bares donde nadie apura.

El puerto cobra vida diferente estos meses. Los lobos marinos se estiran sobre las rocas mientras los pescadores venden el producto fresco. Los restaurantes de la zona ofrecen algo impensable en verano: atención sin prisas y mesas disponibles sin reserva.

Los días otoñales, aunque frescos, suelen traer sorpresas soleadas donde alcanza con una campera liviana para disfrutar la costa. Los atardeceres ganan intensidad, con colores imposibles de apreciar cuando la playa está repleta.

Miramar, quietud a pocos kilómetros
A un paso de Mar del Plata, Miramar aparece como refugio para quienes buscan algo aún más tranquilo. Su costanera arbolada parece diseñada para paseos sin prisa, mientras el Vivero Dunícola espera casi desierto, perfecto para perderse entre árboles.

El comercio local, menos dependiente del turismo masivo, mantiene ritmo constante durante el año. Los hoteles y cabañas ofrecen tarifas que sorprenden gratamente, a veces con rebajas que hacen dudar si no hubo error.

Los aficionados a la pesca encuentran su momento ideal, con ejemplares que parecen multiplicarse en aguas menos transitadas. El muelle se convierte en punto de encuentro donde compartir historias sin el trajín veraniego.

Villa Gesell en otra dimensión
El paisaje gesellino cobra personalidad única estos meses. Sus médanos y bosques, liberados de sombrillas y reposeras, muestran esa esencia salvaje que los hizo famosos. El viento juega con la arena creando formas que fotógrafos aprovechan con avidez.

Las cabañas entre pinos ofrecen precios especiales para quienes pueden trabajar a distancia y sueñan con cambiar la oficina por el sonido del mar. Los restaurantes tradicionales mantienen sus puertas abiertas con menús de estación y precios más amables con el presupuesto.

En definitiva, el mar no se toma vacaciones cuando termina febrero. La costa bonaerense espera con paciencia a quienes saben apreciar su versión más auténtica y sosegada. Para los santafesinos de Villa Cañás y alrededores, estos destinos ofrecen una alternativa refrescante a la rutina de la llanura, con precios más accesibles y experiencias menos masificadas.