Tensión en la Patagonia: la aldea sostenible que rechaza la pavimentación de su ruta

Villa Lago Meliquina se opone a una obra millonaria impulsada por el gobierno de Neuquén. Mientras algunos vecinos temen el impacto ambiental, otros ven una oportunidad para el turismo.

Sociedad22/02/2025SOFIA ZANOTTISOFIA ZANOTTI
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Enclavada en la inmensidad de la Patagonia, Villa Lago Meliquina es una pequeña comunidad que se ha convertido en un modelo de vida sostenible. Sin embargo, el anuncio del gobernador Rolando Figueroa sobre la pavimentación de la Ruta 63 ha dividido a sus habitantes. Mientras algunos defienden la conservación del entorno natural, otros consideran que la mejora en la conectividad es clave para el desarrollo local.

Una comunidad autosuficiente en peligro
A tan solo 40 kilómetros de San Martín de los Andes, Villa Lago Meliquina es hogar de unas 700 personas que han apostado por un estilo de vida sustentable. Con energía generada por paneles solares y pequeños aerogeneradores, un sistema eficiente de gestión de residuos y sin registros de delitos, la localidad ha crecido sin perder su esencia.

Sin embargo, la decisión del gobierno provincial de invertir más de 32.300 millones de pesos en la pavimentación de 19 kilómetros de la Ruta 63 ha generado un fuerte debate. Para una parte de los vecinos, esta obra representa un riesgo para el ecosistema y una amenaza de masificación similar a la que sufrió El Chaltén en Santa Cruz. Otros, en cambio, consideran que el asfalto facilitará el acceso al pueblo y beneficiará a los emprendimientos turísticos.

Un conflicto que divide a los vecinos
“Después de la pandemia, el crecimiento de Meliquina se aceleró, pero sin planificación. No nos oponemos al desarrollo, pero queremos que se haga de forma ordenada”, explica Mercedes Rosemberg, de la Asociación de Vecinos. Según ella, la prioridad debería ser el acceso al agua potable y una mejor gestión de residuos antes que el asfalto.

Por otro lado, Mariela Colla, emprendedora local, sostiene una visión opuesta: “Los que vivimos y trabajamos acá necesitamos esta obra. Nos conecta con la ruta 40 y mejora la accesibilidad para los turistas”.

A pesar de las diferencias, ambos sectores coinciden en un punto: el crecimiento de Meliquina es inevitable. Lo que se discute ahora es cómo evitar que el progreso transforme el pueblo en otro destino saturado, donde la naturaleza quede relegada ante el avance urbano.

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