Este fenómeno no es solo una posibilidad, sino una realidad que se avecina según los pronósticos. Sin embargo, lo que esperábamos era la llegada de lluvias beneficiosas para nuestras regiones agrícolas y no solo no han llegado, sino que los pronósticos a corto plazo indican que hasta el 20 de octubre no habrá lluvias importantes en la región central del país.

Este fenómeno ya debería estar haciendo notar su presencia, pero en lugar de eso, nos enfrentamos a la incertidumbre climática. Esto es particularmente preocupante para el sector agrícola, que esperaba con ansias la normalización de las lluvias para poder recuperar las pérdidas.

¿Por qué las lluvias no llegan como se anticipaba? Se plantean preguntas sobre si las prácticas de geoingeniería podrían estar alterando las condiciones atmosféricas y obstaculizando la formación de tormentas y precipitaciones.

Oscar Monjelat, meteorólogo y director del Grupo Caza Tormentas del Sur, nos advierte sobre la persistencia de estas interrogantes y nos lleva a cuestionar si esta sequía es simplemente un efecto colateral o, peor aún, si es el resultado deseado. ¿Están todas las condiciones naturales realmente en juego, o hay intervenciones humanas que están perturbando el equilibrio de la naturaleza?

Este panorama complica no solo la situación económica de los agricultores sino también la vida en la sociedad y la naturaleza en general. La falta de lluvia afecta a los animales y desafía nuestra capacidad para predecir y adaptarnos a los cambios climáticos.

A medida que nos adentramos en octubre, se espera que las temperaturas se mantengan relativamente frescas, con máximas de alrededor de 30 a 32 grados. Sin embargo, si El Niño finalmente se manifiesta, es probable que las lluvias sean localizadas y excesivas, lo que podría llevar a inundaciones fluviales en áreas específicas.

En este escenario, es prudente que los productores agropecuarios y la sociedad en general se mantengan vigilantes, pospongan decisiones importantes y estén preparados para lidiar con la incertidumbre climática.

En última instancia, este fenómeno y la sequía que lo precede deberían recordarnos que la naturaleza merece ser respetada y no manipulada. Dejar que el planeta siga su curso natural, sin intervención humana, podría ser la clave para restaurar el equilibrio que tanto necesitamos.

Este es un llamado a la reflexión sobre cómo interactuamos con nuestro entorno y cómo podemos contribuir a un futuro más sostenible y en armonía con la naturaleza. 

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