Teresa de Anchorena y la polémica por las reformas en Casa Rosada:

“No autorizamos que saquen la escalera histórica, pero sí sabíamos que se iba a hacer”

País 03 de enero de 2020 Oscar A Canavese Oscar A Canavese
escalera casa rosada

El polvillo aún abunda en la Casa Rosada. Desde hace un par de años, el interior de la Casa de Gobierno vivió una profunda refacción. Algunos cambios se presentaron como esenciales para su mantenimiento, otros trajeron aparejados una serie de polémicas, como la desaparición de una histórica escalera de mármol de carrara y una lucarda de la terraza, también patrimonial, que se desarmó para armar una especie de deck. Y todo sin la aprobación de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, el ente dependiente del Ministerio de Cultura que se encarga de proteger el patrimonio arquitectónico del país.
La Comisión tienen a cargo el cuidado de 1400 monumentos históricos en todo el país, “muchos de los cuales están en malas condiciones”, entre lo que se encuentran no solo edificios fundacionales del país, sino también la Plaza de Mayo o las 124 esculturas más importantes emplazadas en el espacio público.
En el caso de la escalera histórica, que data de 1890, fue derribada por seguridad, para realizar una salida de emergencia cerrada, que el edificio de Balcarce 50 no tenía. Esta modificación forma parte de un máster plan que comenzó a implementarse durante el gobierno de Mauricio Macri y que no llegó a su fin. Estas obras de remodelación contemplaban tres etapas con un presupuesto total por $285 millones, de los cuales aún faltaba la tercera, de $45 millones, aunque en las últimas horas el presidente Alberto Fernández decidió dar por terminado el proyecto Casa Rosada Siglo XXI debido a la crisis económica y para mostrar solidaridad a través de la austeridad.

 
Pero la pregunta sigue latente: ¿qué pasó y dónde está la escalera? En redes sociales y algunos medios se barajaron diferentes teorías; Infobae Cultura dialogó con Teresa de Anchorena, quien desde 2016 asumió la presidencia de la Comisión por decreto presidencial en acuerdo con el Ministerio de Cultura y que ratificada por el nuevo ministro, Tristán Bauer, estará en el cargo hasta por lo menos 2022.
-Existen muchos rumores sobre los cambios, para no hubo una voz oficial que saliera a desmentirlos. ¿Puede relatar qué es lo que sucedió?
-Hicimos un informe bastante largo en el 2016, apenas empezó la gestión de Macri, sobre cuál era nuestra visión de la Casa Rosada con respecto al patrimonio. En uno de los capítulos nos referimos puntualmente a esta escalera, porque había una posibilidad de que quisieran sacarla. Ya entonces hicimos una recomendación de que la dejaran.
-Uno de los rumores no confirmados es que van a colocar un ascensor allí.
-Esa escalera ya tenía un ascensor. En algunos medios se publicó que la habían sacado para hacer un ascensor que en realidad ya existe. En esa recomendación de hecho dejamos claro que el ascensor ya existe.
-Si ustedes recomendaron no quitar la escalera, ¿cómo sucedió?
- La Casa de Gobierno hizo un acuerdo con la facultad de arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, por el cual la UBA iba a hacer un gran proyecto de puesta en valor, pero sobre todo de adecuación de la Casa Rosada a la función que tiene. Del estudio que hicieron concluyeron que la Casa Rosada en su uso estaba colapsada, que hay mil personas trabajando y otras mil que van diariamente. Y eso es un uso excesivo de un edificio patrimonial. Hicieron un máster plan del proyecto, pero nunca nos lo dieron completo. No porque no quisieran, sino porque lo iban haciendo y nos iban presentando diferentes momentos. Como tenemos la superintendencia sobre todos los monumentos históricos declarados, nos tienen que mandar los documentos y luego de que lo vemos los 11 miembros de la comisión, se vota y se toma la decisión.
 
 
"La Comisión dejó de tener esa capacidad de detener una obra para pasarlo al ministro de Cultura. Y solo podemos hacer recomendaciones al ministro, de quien dependemos", dijo
-Y la decisión en este caso era mantenerla.
-Si. Tuvimos conversaciones con la gente de la UBA, después del análisis de uso que hicieron y llegaron a la conclusión de que si había un incendio era muy peligroso. Porque no había una escalera de escape. Muchas veces no pasa que el cuidado patrimonial se enfrenta con el tema seguridad. Es muy delicado, porque nos dicen que si alguien muere es culpa de la comisión. Es muy bravo tomar la responsabilidad de que ocurra un accidente y que sea por salvar el patrimonio. Igual, nosotros lo analizamos, porque muchas veces se dice que es una medida de seguridad y no lo es, es una obra. Entonces ese era un argumento muy fuerte para nosotros. Por otro lado, el poder ejecutivo de entonces también opinó y ellos querían que se hiciera esa obra.
-¿Cuáles son las potestades de la Comisión ante una obra que va contra la protección del patrimonio?
-Nosotros antes de noviembre de 2015 podíamos llegar y paralizar una obra. Teníamos el poder de policía, pero a partir de esa fecha, justo antes de que ingresara Macri, se cambió eso. La Comisión dejó de tener esa capacidad de detener una obra para pasarlo al ministro de Cultura. Y solo podemos hacer recomendaciones al ministro, de quien dependemos. De pronto se nos presentó esta disyuntiva. Lo que hicimos entonces fue no autorizar la escalera, pero sí sabíamos que se iba a hacer, porque ellos querían hacerla igual. Y nosotros ahí, no dijimos nada. Esa es la realidad de lo que pasó. Nosotros sí sabíamos que se había hecho la escalera en 2018. No participamos en el proceso de sacar la escalera, pero sabemos que está toda inventariada en un depósito en Villa Martelli, en Tecnópolis, que están los mármoles y que están las barandas. Eso lo chequeamos.
-¿No hubo otra posibilidad de realizar una salida de emergencia sin quitar la escalera?
-Nosotros buscamos otro lugar para hacer la escalera y los ascensores. Y no lo encontramos. No había ningún lugar que uniera el piso superior con los inferiores. Toda la Casa Rosada es patrimonio, hasta la canilla. Si movíamos la escalera a otro lugar, se afectaba otro espacio que incluso podía ser más valioso. Si bien no lo aceptamos, no dijimos nada.
-Si toda la Casa Rosada es un patrimonio, desde el mobiliario a la canilla, ¿es normal que el ejecutivo de turno realice cambios?
-Todos los gobiernos han hecho cambios. Y muchas veces con el ok de la comisión, otras no. Nos pasa muchas veces que debemos hacer cambios que no son los ideales. Otro ejemplo es la accesibilidad, que es obligatoria. Todas las personas con medios de locomoción disminuida tiene derecho a entrar por la puerta principal. Eso muchas veces, en un monumento histórico nacional, poner una rampa acá, otra allá, es estropearlo, pero nosotros lo tenemos que hacer. Tenemos que buscar la mejor manera de hacerlo. Otro ejemplo son los aires acondicionados en las fachadas, que estropean mucho, pero por otro lado es una necesidad en un edificio antiguo.
-¿Y con los aires acondicionados en la fachada sucede algo similar?
-Sí. El ex presidente ha puesto tres aires acondicionados que se ven los caños. Nosotros podemos recomendar la mejor manera de colocarlos, pero ese tema nunca nos llegó. No nos llegó con el proyecto anterior. Es un tema muy importante y tenemos que intervenir sí o sí, porque puede entrar en colisión con el patrimonio, para que se note lo menos posible. Evidentemente lo vamos a tener que hacer, vamos a tener que satisfacer la necesidad de trabajar mínimamente cómodos en la Casa de Gobierno.
-Otra de las polémicas fue la desaparición de dos lucarnas.
-Sí. Ahí autorizamos en ascensor en el segundo patio, lo discutimos muchísimo y afectaba a una lucarna que no era histórica porque en 1955 (la Casa de Gobierno) había sido bombardeada y fue reemplazada. Esa la autorizamos. Después había otra lucarna que no llegó a autorizarse, estábamos pidiendo más informes, e igual se hizo.
 
 
En ese momento, Laura Weber, vocal secretaria de la Comisión, que cumple las funciones de una directora ejecutiva, en palabras de Anchorena, comenta: “Venía con el proyecto del master plan de las reformas en la terraza. Pedimos más información que no nos llegó, porque el master plan, en definitiva, no nos llegó nunca completo. Y se hizo. Se reemplazó la lucarna”.
“Por otro lado, cuando vimos aparecer un tinglado enorme en la terraza, escribimos urgente diciendo que eso no iba, que no podía ser. Se veía desde la Plaza de Mayo. Ahora depende del nuevo gobierno, si lo quieren sacar, lo sacan”, agrega Anchorena.
Weber explica que esta lucarna que “sí es histórica”, la “sacaron pero las piezas existen. Todos los elementos que sacaron están inventariados. No las pudimos ver físicamente, pero nos dijeron que parte está en Casa Rosada y parte en Villa Martelli”.
-¿Cómo fue que la Comisión perdió el poder de “policía”, de parar una obra?
-En 2015, se reglamentó nuevamente el funcionamiento de la Comisión. Se cambiaron unas cuantas cosas, entre ellas, ese poder. De todas manera, parar una obra en Casa de Gobierno, por más independiente que sea la Comisión, es muy complicado. Un ejemplo es cuando se colocó la reja en Plaza de Mayo. Por unanimidad nos manifestamos en contra. Mandamos notas, pero se puso igual. Se adujo un tema de seguridad, que para nosotros no era necesario.
-¿Qué medidas a futuro se podrían tomar para proteger la Casa Rosada con mayor facilidad, ya que adolecen del poder de detener una obra?
-Queremos proponer que en la Casa de Gobierno, donde se seguirán haciendo obras, que la Comisión pueda hacer una propuesta como en otros monumentos históricos. Dividir los planos en tres colores: la parte en rojo no se puede tocar; la amarilla sí, pero con consulta a la Comisión y la verde es libre. Con ese plano de evaluación de espacios, se pueden manejar desde arquitectos hasta gente de mantenimiento, crea compatibilidad en los criterios. Y otra medida, que tratamos de conseguirlo con el gobierno anterior y no lo logramos, es que haya un equipo de arquitectos restauradores, expertos en patrimonio dentro de la Casa Rosada. Esto sucede todo el tiempo en el Congreso, donde existe un equipo de gente que tiene un ida y vuelta constante con nosotros. Si tenés un arquitecto en la casa de gobierno que no es patrimonialista, no tienen la sensibilidad ni el conocimiento para saber que tiene que proteger un montón de cosas.
-¿Considera que falta un trabajo más profesional en el país para el cuidado patrimonial?
-Sí, totalmente. Falta una nueva ley de monumentos históricos nacionales, en la que estamos trabajando. Una ley que tome en cuenta la realidad y cuáles pueden ser los alcances y responsabilidades.
-¿Qué carencias buscaría solucionar una nueva ley?
-En un país con un patrimonio importantísimo y que no está bien mantenido, necesitaríamos que se generasen fondos para la puesta en valor del patrimonio, que es nuestra historia, nuestra identidad y constituye un recurso económico fenomenal para lo que tanto queremos, que es el turismo. Aquí viene gente de todo el mundo y esa variedad, esa convivencia de estilos, es lo que fascina a los visitantes. No vienen a la Argentina solamente para ver paisajes. Si a eso le sumas arquitectura, originalidad, es mucho más interesante.
 
 
La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos tiene sus oficinas en el Cabildo de Buenos Aires
- Y esa variedad arquitectónica no está protegida como corresponde.
-No, no está protegida de ninguna manera. Necesitamos un gobierno que le dé importancia al rescate de pueblos olvidados que hay en todo el país, por ejemplo. Nosotros empezamos con ese trabajo y ya tenemos 10 declarados como monumento histórico nacionales, como Purmamarca y Yavi (Jujuy), Cachi (Salta), Camarones (Chubut) o Concepción de Yaguareté Corá (Corrientes). Adempas queremos declarar a La Cumbre (Córdoba) y Medina (Tucumán). Ser patrimonio histórico es una gran honor, y una vez que sale el decreto se pueden gestionar fondos para poner en valor el lugar y hacer acuerdos con turismo para que lo coloque en su circuito de pueblos históricos. Es una manera de ponerlo en el mapa. Por ejemplo, lo último que se incorporó fue el sitio arqueológico del alero de Charcamata (Santa Cruz), que es tan importante como la Cueva de las Manos.
-Pudo conversar con el ministro Tristán Bauer del tema cuando se reunieron.
-Sí. Coincidimos en todo. Creo que es un hombre comprometido, de la cultura, que le importan los temas y me parece que es una persona que le importa mucho la Argentina.
-Cuáles serán los objetivos a futuro.
-Nosotros siempre tuvimos como objetivo conseguir fondos para preservar la mayor cantidad posible, aún sin una ley que nos apoye. En Uruguay, por ejemplo, por cada noche de hotel queda un dólar para restaurar patrimonio. Nosotros eso no lo tenemos, en muchos lugares de EE.UU. también sucede. Vamos consiguiendo fondos construyendo alianzas con el Ministerio del Interior, con el de Turismo. Me parece que con Tristán Bauer eso va a funcionar. También tratamos de conseguir fondos de privados. En Camarones hay unas casas de estilo patagónico preciosas que se están restaurando con fondos privados.
-¿Se podría instalar lo que sucede en Uruguay en el país?
-Sería ideal, pero primero necesitamos el apoyo político para presentar esta ley. Que lo apruebe la Comisión de Monumentos, presentarlo al ministro y a la Secretaria de patrimonio, Valeria González. La ley no está lista, hay que seguir pensándola.
 

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