Beto Rodríguez, el cantor del pueblo que conquistó Cosquín y sigue emocionando con su guitarra

Desde Villa Cañás a los grandes escenarios del país, Beto Rodríguez celebra más de 40 años de trayectoria con humildad, autenticidad y una conexión única con su guitarra. Un recorrido íntimo por su historia, sus comienzos y el alma que le pone a cada canción.

Villa Cañás01 de abril de 2025GASTON PAROLAGASTON PAROLA

En el marco de una nueva propuesta de encuentros con artistas locales que comenzará a emitirse durante todo este 2025, el cantor Beto Rodríguez fue el protagonista del primer programa. La entrevista, íntima y cargada de emoción, permitió recorrer una vida dedicada al canto popular y a la defensa de la identidad santafesina desde la música.

“Yo ando en el medio del viento para hacerme de un vendaval”, dice una de las frases que sirvió de introducción al ciclo, y que bien podría describir el andar de Rodríguez: un artista de perfil bajo, pero con una trayectoria que lo llevó desde los bares y festivales de su pueblo hasta los escenarios más reconocidos del folclore nacional, como Cosquín y Jesús María.

Con más de cuatro décadas de carrera, Beto recordó cómo nació su pasión por la guitarra en la infancia, gracias a un instrumento artesanal fabricado por su padre. Aunque su relación con la música tuvo altibajos, siempre terminó volviendo a ella. “La guitarra me estaba esperando”, confesó, emocionado.

Sus inicios fueron humildes, tocando con amigos en esquinas y peñas. Pero su voz y su autenticidad comenzaron a trascender. Fue convocado a cantar junto a grandes referentes del género y, con el tiempo, se ganó un lugar en los escenarios más emblemáticos del país. En 1995, participó del Festival de Cosquín, experiencia que repitió en 1998. También pisó el escenario de Jesús María, consolidando su carrera a nivel nacional.

Beto fue claro al expresar que nunca buscó imitar, sino encontrar su propia voz. Sus referentes, como Guarany, Cafrune y Enrique Espinoza, lo inspiraron sin condicionarlo. “Yo quería ser yo”, afirmó. Además, se mostró crítico con ciertos aspectos del circuito artístico, denunciando que en más de una oportunidad le pidieron dinero para cantar en ciertas peñas, algo que se negó a hacer: “Si llego, tiene que ser por mérito propio”.

Su historia está atravesada por el amor a su tierra. “Amo mi provincia”, expresó, antes de interpretar con emoción una zamba de Ángel Morelli, otro de los íconos santafesinos a los que admira profundamente. Esa zamba, relató, la cantó una vez sin saber que el propio Morelli lo escuchaba desde el mismo colectivo.

Hoy, Beto Rodríguez es mucho más que un cantor local: es memoria viva del canto popular, un símbolo de autenticidad que canta “con el pecho”, como él mismo describe, y que continúa emocionando con cada presentación. “Tengo todo armado en la cabeza”, afirma, dejando en claro que su repertorio no está escrito en papel, sino en el alma.

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