Qué hay detrás del conflicto entre Conmebol y Flamengo por el Maracaná

A 16 días de la final de la Copa Libertadores entre Boca y Fluminense, una información surgida desde el medio O Globo de Brasil había puesto en duda al Maracaná como sede de la definición pese a que se había establecido desde el inicio de la competición. Y si bien Río de Janeiro quedó confirmada como anfitriona en la reunión que mantuvieron las dirigencias del Xeneize y del Flu con Conmebol, el inconveniente se generó porque el ente sudamericano está molesto con algunas exigencias del Flamengo, que hace las veces de local allí. Pero, ¿qué más hay detrás?

Si bien es cierto que, tal como surgió desde Brasil, el Mengao no quiere perder su localía para enfrentar a Bragantino por el Brasileirao unos días antes de la final, la comisión directiva pujaba para que Conmebol le diera más entradas que las 20 mil que le cedió a cada uno de los finalistas. Aunque esos dos ítems asomaron prácticamente como excusas de un trasfondo más complejo.

Consultado por los canales de deporte nacionales el periodista del canal TNT Sports Brasil Raphael Figueiredo explicó cómo son los entretelones del conflicto que nace de una situación política. El Maracaná es un estadio que pertenece al estado de Río de Janeiro y tanto el Flu como el Mengao tienen la concesión para utilizarlo alternativamente. Sin embargo, pese a que ambos clubes deberían encargarse de su mantenimiento, solo el Fla realiza las erogaciones económicas necesarias para eso.

Es que desde las reformas que se realizaron para disputar el Mundial 2014 en suelo brasileño, los montos para sostener el mítico estadio se elevaron radicalmente y el Tricolor, un club mucho más chico que el Mengao (tiene alrededor de 80 mil socios menos), no cuenta con los recursos suficientes para afrontar tal desembolso de dinero. Es por esto que Flamengo tenía con qué exigir ciertas condiciones en torno a todo lo que suceda en ese estadio que Fluminense no.

También hay que tener en cuenta que el próximo 23 de octubre, unos días antes de la final, se llamará a una licitación pública porque la concesión de Flamengo y el Flu se vencerá. Aunque esta recién entrará en vigencia en 2024. En eso se apoya el estadio de Río para exigirle al gigante brasileño que respete las condiciones impuestas por el órgano que rige el fútbol sudamericano. No obstante, en el club saben que incluso para el Estado es un inconveniente tener que empezar a hacerse cargo de los gastos que implica mantener semejante recinto, por lo que Flamengo podría pasar automáticamente a renovar la concesión.

Si bien, según lo establecido por ley, antes de tomar cualquier decisión debe llamarse a una licitación, algo que exigen clubes como Vasco da Gama, principalmente por la rivalidad histórica que tiene y por diferencias entre las dirigencias actuales, lo cierto es que el equipo que hoy dirige Ramón Díaz tiene estadio propio al igual que el Botafogo, otro de los clubes de esa ciudad. Por ende, el Mengao prácticamente no tiene oposición firme para que le disputen la gestión del Maracaná, ni siquiera el propio gobierno local que, llegado el caso, debería mantenerlo sin que se lleven a cabo espectáculos allí.

Si bien desde el club brasileño ya tenían en claro que, a esta altura, modificar la sede prácticamente era imposible por la cercanía del partido sumado a que tanto hinchas como los equipos finalistas tienen todo diagramado para ir a Río en unos días, seguían presionando a Conmebol y jugaban a favor con que tenían el único estadio de todo Río -78 mil personas- capacitado para albergar tamaño partido. La otra opción que surgió en las últimas horas por información publicada por el medio local Itatiaia Esporte es el Morumbí de San Pablo, pero coincide que justamente en esa fecha se corre en la misma ciudad el Gran Premio de Brasil de la Fórmula 1, lo que complica más el panorama.

Por otro lado, lo que preocupa a Conmebol es el estado del campo de juego que no es el mejor. Con las modificaciones previas a la Copa del Mundo, dejó de estar plantado sobre una plataforma debajo de la cual fluía el sistema de riego y pasó a estar al ras del piso. Además, se modificó el sistema de riego y drenaje y se vio perjudicado por el techo que se construyó, que no permite la entrada de sol durante todo el día.