Peronismo rosarino: el interbloque que definirá su futuro político

El PJ y sus aliados enfrentan semanas decisivas para ordenar la oposición en Rosario. La definición del interbloque, el rol de Ciudad Futura y la presidencia del Concejo marcarán el rumbo hacia 2027.

Política Sta Fe25/11/2025SOFIA ZANOTTISOFIA ZANOTTI
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El peronismo de Rosario transita una etapa bisagra. Con el recambio institucional del 10 de diciembre, comenzará un proceso que podría abrirle al PJ la posibilidad histórica de volver al Palacio de los Leones por primera vez desde 1976, cuando Rodolfo Ruggeri ejerció la intendencia. Pero la oportunidad se presenta acompañada de un escenario complejo, donde convergen tensiones internas, disputas por liderazgos y la necesidad de articular una estrategia común.

Dirigentes consultados coinciden en que la construcción del interbloque opositor será el primer test. Lo que ocurra en estas semanas ordenará —o no— un espacio que llega numeroso y diverso al Concejo, pero sin una conducción unificada. La advertencia se repite en cada reunión: el peronismo puede comenzar a ganar o a perder la intendencia de 2027 mucho antes de que aparezcan los nombres propios.

En el nuevo mapa legislativo, Ciudad Futura contará con cuatro bancas: Caren Tepp (que será reemplazada por Agustina Gareis), Juan Monteverde, Julián Ferrero y Antonio Salinas. El Movimiento Evita tendrá tres: Mariano Romero, Majo Poncino y Pablo Basso. A este esquema se suman Norma López y Fernanda Gigliani, cercanas al PJ, y el interrogante sobre la posición de María Fernanda Rey, que ingresó por el peronismo pero mantiene conversaciones con el oficialismo. Una constelación amplia que deberá resolver roles y prioridades.

Las tensiones comenzaron a aparecer. Desde el Movimiento Evita remarcan que Monteverde “no tiene los votos” para encabezar un interbloque y recuerdan el armado nacional que dejó afuera a su espacio. A la par, Ciudad Futura atraviesa una reconfiguración tras un resultado legislativo adverso en las elecciones nacionales.

En ese clima, la referencia de Norma López busca ordenar el mensaje político hacia adentro y hacia afuera: “Tenemos que construir consensos amplios entre todos los espacios que nos oponemos al modelo de saqueo de Milei y sus socios en Santa Fe”. La mirada apunta a marcar límites al oficialismo, pero también a evitar que las diferencias internas diluyan la fuerza opositora.

Otro actor ganó protagonismo en las últimas semanas: Leo Caruana. El exsecretario de Salud municipal rompió con el oficialismo, se integró a un monobloque y hoy tiene la llave para alterar cualquier mayoría. Su eventual incorporación a un esquema opositor empataría las bancas con Unidos y dejaría a los seis ediles libertarios como posibles definidores. “Hemos votado muchas veces igual que el PJ, pero no hay acuerdos todavía”, aclaró Caruana, sin cerrar ninguna puerta.

Mientras tanto, en el Palacio Vasallo toma forma la continuidad de María Eugenia Schmuck como presidenta del Concejo. Aunque aún persisten críticas internas y el nuevo escenario abre interrogantes, todo indica que la dirigente seguirá al frente del cuerpo. Sin embargo, en Rosario nada se da por cerrado hasta el momento de la votación.

Para el peronismo, la disputa por la presidencia no es el foco inmediato. La prioridad está puesta en la reorganización del espacio, la definición del interbloque y el rumbo legislativo para los próximos dos años. El ecosistema libertario, por su parte, tampoco buscará la presidencia, aunque trabajará para evitar que caiga en manos de sus adversarios directos.

Entre los pasillos del Concejo resuena una frase que resume la dinámica de este nuevo ciclo político: la única verdad son los votos. Y este año, esa regla puede imponerse incluso por encima de la tradición que asigna la presidencia al espacio ganador de la elección.

El recuerdo de Rodolfo Ruggeri sigue presente como advertencia histórica. Desde 1976, el peronismo nunca volvió a gobernar Rosario. La oportunidad que hoy se abre dependerá de la capacidad de ordenar la interna, evitar fragmentaciones y construir un liderazgo colectivo capaz de disputar la ciudad.

Si lo logra, el 2027 puede marcar un punto de inflexión. Si no, el peronismo volverá a quedar cerca del poder, pero sin llegar al poder.

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