Locro de dólares: entre el blanqueo libertario y la deuda histórica santafesina

El gobierno nacional busca dólares a cualquier costo para sostener el tipo de cambio, mientras en Santa Fe avanza el endeudamiento más alto de su historia con aval peronista.

Política Sta Fe25 de mayo de 2025LORENA ACOSTALORENA ACOSTA
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IMAGEN ILUSTRATIVA

En pleno aniversario patrio, el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, se embarcan en una ofensiva para captar dólares no declarados —incluyendo los que están “debajo del colchón” y en circuitos informales— con el objetivo de mantener anclado el tipo de cambio y dar señales de contención inflacionaria. La iniciativa, enmarcada en lo que denominan “Plan de reparación histórica de los ahorros”, apunta a atraer fondos del exterior y del narcotráfico, según sus críticos, con beneficios fiscales inéditos.

Este esquema generó preocupación en la provincia de Santa Fe, donde el narcotráfico ha dejado una huella estructural en la seguridad pública. En ese contexto, la capacidad de control provincial es limitada frente a un gobierno nacional que prioriza la libre circulación de capitales.

Simultáneamente, la administración de Maximiliano Pullaro logró, con apoyo del peronismo en el Senado santafesino, la aprobación de un endeudamiento por más de 1.000 millones de dólares. Se trata del mayor compromiso financiero asumido en la historia de la provincia, destinado —según el Ejecutivo— a financiar obras de infraestructura.

El acompañamiento del PJ remite a antecedentes similares durante los gobiernos socialistas, como el acuerdo por el Fondo de Fortalecimiento Institucional o la aprobación de la Boleta Única. Sin embargo, el contraste entre el respaldo veloz a esta medida y las recientes críticas internas dentro del peronismo por la reforma constitucional, refleja las tensiones de un espacio político en fragmentación.

A nivel nacional y provincial, tanto Milei como Pullaro parecen avanzar con agendas claras y pragmáticas, apelando a acuerdos que trascienden las divisiones partidarias. Como el locro del 25 de mayo, sus recetas pueden gustar o no, pero marcan el menú político del presente.

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