Escándalo en Rosario: Cuando los actos oficiales se convierten en plataforma electoral

Rosario fue escenario de un nuevo escándalo político que expone la fina línea entre la gestión institucional y la estrategia electoral. Un acto convocado por el municipio, en teoría para presentar el programa de obras del Tricentenario, derivó en una jugada política que dejó a la vista las tensiones dentro del propio oficialismo. La presencia selectiva de candidatos y la exclusión de otros referentes generaron un fuerte malestar en el Frente Unidos para Cambiar Santa Fe.

El evento, encabezado por el intendente Pablo Javkin y el gobernador Maximiliano Pullaro, se promocionaba como una jornada de presentación de importantes obras para la ciudad. Sin embargo, lo que debió ser una puesta en escena institucional terminó con una imagen que desató la indignación: la foto oficial solo incluyó a Carolina Labayru, candidata de Javkin, y a Damián Pullaro, hermano del gobernador, dejando afuera al resto de los postulantes del espacio.

Un mensaje claro: la selección de los "propios"
La decisión de invitar a todos los candidatos, pero reservar la foto principal a unos pocos, desató una ola de críticas dentro del frente gobernante. «Nos convocan a un acto institucional y, al momento de la imagen que define la campaña, queda claro que solo algunos tienen espacio. Esto no es unidad, es una muestra de favoritismo», aseguró un dirigente visiblemente molesto.

El episodio pone en el centro del debate el uso de actos oficiales con fines partidarios y reaviva las diferencias dentro de Unidos para Cambiar Santa Fe. Para muchos sectores de la coalición, la maniobra deja un mensaje claro: quienes no respalden la lista oficialista quedarán relegados.

La interna que complica al oficialismo
Lo sucedido en Rosario no es un hecho aislado. Dentro del frente gobernante conviven distintos sectores que, lejos de una síntesis, protagonizan una de las internas más intensas de los últimos años. Aunque radicales, socialistas y el PRO lograron confluir en un mismo espacio, la falta de un liderazgo homogéneo ha derivado en una disputa feroz por las candidaturas.

La lista impulsada por Javkin y Pullaro, encabezada por Labayru, busca posicionarse como la opción más fuerte de Unidos en Rosario. Sin embargo, el frente cuenta con diez listas en competencia, reflejando la fragmentación interna. Entre ellas aparecen nombres como Hernán Calatayud (PDP), Mónica Peralta (GEN), Federico Lifschitz (Nueva Energía) y Matías Figueroa Escauriza, además de sectores vinculados al periodismo, la moda y movimientos religiosos, como Pablo Gaviria (espacio UNO) y Oscar Fernández Fini (Humanos).

Reelección: una reforma necesaria, pero con límites claros

A medida que se acercan las primarias, la falta de consenso interno amenaza con debilitar el posicionamiento del frente en la elección definitiva. El episodio del acto institucional, en lugar de fortalecer la unidad, parece haber encendido una mecha que puede terminar en una división aún más profunda.

El uso de recursos institucionales en la campaña
El cruce entre gestión y campaña electoral no es nuevo, pero el escándalo de Rosario vuelve a ponerlo en el centro de la discusión. Si bien es común que los oficialismos busquen capitalizar políticamente sus actos de gobierno, la selección de candidatos dentro de un mismo espacio revela que las tensiones no están solo en la oposición, sino también dentro del propio frente gobernante.

En un contexto donde la imagen de unidad es clave para consolidar el liderazgo, este tipo de maniobras puede resultar contraproducente. Mientras el oficialismo busca reforzar su control sobre el Concejo Municipal de Rosario, la estrategia de exclusión en los actos institucionales podría provocar el efecto contrario: profundizar las diferencias y debilitar la cohesión del espacio.

Lo que queda por delante
A pocas semanas de las PASO, el escándalo en Rosario deja en evidencia que la construcción de un frente amplio y diverso no es tarea sencilla. La tensión entre los diferentes sectores de Unidos para Cambiar Santa Fe seguirá en aumento, y la clave estará en cómo el oficialismo maneje estas disputas internas sin poner en riesgo su proyección electoral.

Lo sucedido en el acto del Tricentenario es más que un simple desacuerdo sobre una foto. Es un síntoma de una discusión mucho más profunda: cómo se distribuye el poder dentro de la coalición y cuáles son los verdaderos límites de la convivencia política en Santa Fe. Las próximas semanas serán clave para determinar si el frente logra mantener la cohesión o si, por el contrario, estas disputas terminan por fragmentarlo aún más.

 

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