El Clausura estalló: arbitrajes cuestionados y el poder de Tapia en la mira
La seguidilla de fallos polémicos que favorecieron a Barracas Central expuso el desgaste de la conducción de Claudio “Chiqui” Tapia. Hinchas indignados, murales vandalizados y un fútbol argentino que atraviesa su crisis de credibilidad más profunda desde la era pos-Grondona.
El Torneo Clausura 2025 dejó al descubierto una herida que ya no se puede disimular: la confianza del hincha en el arbitraje y en la conducción del fútbol argentino tocó un piso histórico. Lo que antes era sospecha hoy es un enojo abierto, masivo y visible en todo el país. La figura central de este malestar vuelve a ser Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA, señalado por decisiones arbitrales reiteradas que beneficiaron, una vez más, a Barracas Central, su club de origen.
La bronca no quedó puertas adentro de las tribunas. En Morón y Parque Patricios, murales dedicados a los campeones del mundo fueron intervenidos con mensajes directos contra Tapia: desde la palabra “mafia” estampada sobre la imagen de Lionel Messi, hasta pintadas acusando un “desfalco” contra el espíritu competitivo del fútbol argentino. Incluso el mural de la atajada de Emiliano “Dibu” Martínez a Kolo Muani apareció vandalizado. La señal es clara: el hincha perdió la paciencia.
El detonante fue el partido entre Barracas Central y Huracán. En un encuentro decisivo, Andrés Gariano sancionó dos penales polémicos a favor del local, ambos revisados —y convalidados— por José Carreras en el VAR. El segundo terminó en el gol del empate y en la clasificación del equipo del “Gallego” Insua a la Sudamericana. Las sospechas no nacen solo por la jugada puntual, sino por un patrón que se repitió todo el año: Barracas siempre aparece beneficiado cuando hay dudas.
A lo largo del Clausura, el Guapo acumuló puntos clave gracias a fallos que fueron desde posiciones adelantadas convalidadas, revisiones parciales del VAR, expulsiones mal aplicadas y decisiones que condicionaron partidos enteros. La estadística lo confirma: cuatro árbitros dirigieron casi el 70% de sus partidos, mientras que un grupo reducido de jueces de VAR monitoreó la mayoría de las jugadas determinantes. Una concentración alarmante de nombres que fortalece la sensación de favoritismo.
Hinchas de Racing, Belgrano, Aldosivi, Madryn, Estudiantes y otros clubes gritaron al cielo fecha tras fecha. Lo que antes era protesta aislada hoy es un reclamo transversal: “No se puede competir así”. Las jugadas denunciadas son múltiples: un gol en offside ante Aldosivi, una falta inexistente para empatar con Belgrano, una infracción clara ignorada ante Estudiantes, la expulsión injusta de Claudio Bravo frente a Argentinos, una roja omitida en Boca–Barracas y varias intervenciones del VAR que generaron más dudas que certezas.
El enojo llegó a tal punto que, en algunos casos, terminó afectando murales vinculados a la Selección Argentina campeona del mundo. Para muchos hinchas, la gestión de Tapia manchó incluso ese símbolo. La frase “El Mundial más caro de la historia”, pintada en Morón tras la derrota del Gallo ante Deportivo Madryn, es la síntesis del sentimiento general: la AFA sigue administrando el fútbol con criterios opacos que favorecen a los mismos de siempre.
En el Ascenso, el panorama no es mejor. El penal que Lobo Medina y Fernando Espinoza le dieron a Aldosivi sobre el final ante Banfield cambió la tabla del descenso y dejó a Godoy Cruz en la B. En Mendoza todavía recuerdan los cruces entre Tapia y el gobernador Alfredo Cornejo; para muchos, el fallo no fue casual.
Todo esto ocurre bajo la conducción de un presidente que llegó al poder escalando desde la Primera C y consolidó un esquema de control total sobre el arbitraje, las designaciones y el VAR. La comparación con prácticas de la era Grondona ya es un lugar común entre los hinchas, pero esta temporada sumó un elemento distinto: la protesta dejó de ser virtual y pasó a las paredes de los barrios, a los estadios y a las calles.
El Clausura expuso una crisis que excede lo deportivo. El fútbol argentino, campeón del mundo y con figuras globales como Messi, atraviesa un deterioro institucional que erosiona su credibilidad. La pregunta ahora es si la conducción de la AFA puede sostener este modelo ante una hinchada cada vez más harta y un ambiente futbolero que reclama cambios profundos.
Porque, más allá de camisetas y colores, el mensaje que hoy se escucha en todo el país es uno solo: basta de arbitrajes condicionados. El Clausura dejó una conclusión evidente: el hincha argentino quiere volver a creer, pero el fútbol no le está dando motivos.
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