El reciente rechazo en la Cámara de Diputados de la ley ómnibus ha dejado al descubierto no solo la falta de destreza política por parte del Gobierno nacional, sino también las discrepancias internas dentro del sector dialoguista de la oposición.

La compleja composición del Congreso ha resaltado liderazgos frágiles, lo que ha dificultado la coherencia en la votación de importantes proyectos legislativos, como lo fue esta extensa ley con sus 644 artículos originales.

La Unión Cívica Radical (UCR) ha sido uno de los partidos que más ha evidenciado estas divisiones, particularmente durante el debate sobre la ley ómnibus. La disputa entre Rodrigo De Loredo y Facundo Manes ha vuelto a resurgir, exponiendo opiniones divergentes dentro del propio partido.

Las diferencias entre De Loredo y Manes se remontan a meses atrás, durante discusiones sobre el liderazgo del partido a nivel nacional y en los bloques legislativos. Estos desacuerdos se profundizaron durante el debate sobre la ley ómnibus, donde ambos líderes expresaron posturas antagónicas.

Por un lado, De Loredo, quien había ganado protagonismo en el 2023, defendió la ley y las facultades delegadas al Gobierno, argumentando la necesidad de darle herramientas al Ejecutivo para enfrentar los desafíos económicos. Por otro lado, Manes se opuso a la ley, enfatizando en la importancia de un Estado eficiente y en la defensa de la economía de mercado.

El voto dividido dentro del bloque radical refleja estas diferencias, con legisladores alineados tanto con De Loredo como con Manes. Esto ha generado debates internos sobre la dirección del partido y su relación con otras fuerzas políticas, especialmente con el PRO.

A pesar de que el fracaso de la ley ómnibus no puede atribuirse únicamente a las divisiones dentro del radicalismo, estas discrepancias han vuelto a poner de manifiesto las tensiones internas en un momento crucial para la política nacional.