Los piquetes son parte del paisaje. Están profesionalizados y se financian con impuestos que pagan las personas a las que los piqueteros impiden trabajar. Sólo por eso ya nos convierte en uno de los países más extravagantes del mundo.

Y nadie parece animarse a hacer nada.

De vez en cuando alguien saca pecho. La ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, acaba de denunciar a la Unidad Piquetera, que es opositora, por extorsionar a beneficiarios del Potenciar Trabajo para que no terminen sus estudios, con el fin de seguir recibiendo fondos.

Sin embargo ayer se conoció a través de una investigación que, pese a que está en prisión domiciliaria, Milagro Sala, que es kirchnerista, recibió en los últimos 3 años más de 3,2 millones de dólares del mismo Ministerio que comanda Tolosa Paz. Todo esto pese a que Sala tiene una condena firme a 13 años de cárcel, confirmada por la Corte Suprema y todo, por desviar fondos del Estado.

Formalmente, al dinero no lo recibió ella, sino un sello que le pertenece, una ONG formal, que en los papeles se llama "Judith presente", pero que funciona dentro del emporio piquetero que todavía comanda Milagro Sala. De hecho, su domicilio legal es el mismo en Capital Federal que el de la Tupac Amaru, la histórica organización piquetera de Sala.

Ya ven, no nos salva ni un milagro: ni siquiera la única vez que la Justicia condena con todas las de la ley a un piquetero por chorearse el dinero público logramos cortarles el chorro a los profesionales del corte.