Uno de cada ocho adultos en el país padece algún grado de enfermedad renal crónica, lo que equivale a más de cinco millones de argentinos. Se estima que sólo uno de cada diez lo sabe.

Para difundir la importancia de cuidar la salud renal, cada 10 de marzo se celebra el Día Mundial del Riñón, este año bajo el lema: “Cerremos la brecha del conocimiento, para una mejor atención de la enfermedad renal”. El mensaje hace foco en la importancia del acceso a la información para prevenir enfermedades renales, el diagnóstico precoz y, en consecuencia, disminuir la mortalidad asociada a la enfermedad.

Desde la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN) admitieron que los controles son esenciales, ya que los primeros síntomas son silenciosos y se manifiestan recién cuando la enfermedad ya está avanzada. De hecho, existe un alto índice de mortalidad por enfermedad renal, aunque determinada por su grado de avance en el organismo. “Un dato no menor, es que, para el 2040, si no hacemos nada para concientizar, ocupará la quinta causa por mortandad en el mundo”, advirtió el médico especialista en Nefrología, Gustavo Lavenia.

“Una buena hidratación, control de la presión arterial, actividad física, no fumar y una alimentación sana”, son algunas de las claves para un buen funcionamiento renal, argumentó Lavenia, quien aseguró que, el desconocimiento es el principal enemigo de la enfermedad.

“La afectación renal suele tener escasos síntomas y solo puede presentarlos cuando la enfermedad está avanzada, por lo que un análisis de sangre y de orina -que pueden incluirse en los habituales estudios de rutina anuales- permiten llegar a un diagnóstico precoz. De todos modos, los primeros síntomas para detectar la enfermedad podrían ser la hinchazón de pies y párpados, el aumento de la hipertensión arterial y la elevación creatinina, entre otros”, desarrolló Lavenia.

Respecto a las secuelas del Covid en los riñones, Lavenia indicó que el virus ha demostrado presentar afectación renal, incluso, "pacientes que han requerido cuidados intensivos quedaron con secuelas y una enfermedad renal crónica, mientras que, aquellos que tenían la enfermedad de forma preexistente, se agravó”.