Las malas rutas, otro golpe para la competitividad agrícola argentina

La falta de inversión en infraestructura vial nacional y provincial afecta la rentabilidad del campo, agravando una crisis ya marcada por la carga fiscal, el dólar atrasado y los bajos precios internacionales.

Santa Fe10 de enero de 2025SOFIA ZANOTTISOFIA ZANOTTI
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El precio que paga un importador por el grano es similar en el mundo por tratarse de un commoditie.

La producción agrícola argentina enfrenta un escenario crítico. A las complicaciones por el dólar atrasado, los bajos precios internacionales y las retenciones altas, se suma la falta de infraestructura vial, que limita la competitividad del sector. Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el sistema vial del país cuenta con 640.000 kilómetros de rutas y caminos, de los cuales solo una fracción está pavimentada.

De los 240.000 kilómetros que integran las redes nacionales y provinciales, apenas el 8% corresponde a autopistas y autovías, esenciales para el transporte eficiente de los granos hacia los puertos agroindustriales. Esto impacta directamente en la logística de 2,2 millones de camiones que recorren anualmente estas vías, muchas veces en condiciones precarias.

En Santa Fe, el ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico, cuestionó la falta de acción del gobierno nacional: “Hay rutas nacionales abandonadas que son clave para nuestra economía. Si bien la provincia trabaja en mantener su red vial, el desgaste provocado por los camiones que transportan producción hacia los puertos es insostenible sin apoyo federal”.

El informe también advierte que mientras países como Brasil han duplicado su producción agrícola gracias a inversiones en infraestructura y tecnología, Argentina ha quedado rezagada. A pesar de tener potencial para sumar 6,5 millones de hectáreas adicionales, la falta de caminos adecuados para sacar la producción impide un crecimiento sostenible.

Con una carga fiscal que consume el 61,5% de la renta agrícola y un sistema vial insuficiente, los productores enfrentan márgenes cada vez más estrechos. Esto no solo afecta la rentabilidad del sector, sino que también limita la inversión en tecnología y la reposición de nutrientes en los suelos, reduciendo la sostenibilidad a largo plazo de la agricultura nacional.

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