Hagamos una breve historia de nuestro dinero….

No contemos nuestra Argentina desde 1810, cuando hubo varias monedas en simultáneo.

Arranquemos, en cambio, en 1881, más exactamente el 5 de noviembre. Bajo la presidencia de Julio Argentino Roca nacía el “peso moneda nacional” para unificar toda las monedas vigentes. Para eso, un año antes se había fundado la Casa de Moneda de la Nación.

Los billetes “moneda nacional” sobrevivieron hasta el primer día de 1970. Habían pasado noventa años y así nacía, bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía, el “peso ley 18.188”.

¿Qué había pasado? Es que había acumulado tantos ceros, que colapsaba las calculadoras de la época.

100 pesos moneda nacional se convirtieron en 1 peso ley. Sin embargo, durante mucho tiempo los pesos moneda nacional circulaban resellados como pesos ley.

Pero también la inflación se comió el peso ley. En 1981, en plena dictadura, se llegaron a imprimir billetes de 1.000.000 de pesos ley.

Ya sobre el final del gobierno de facto, bajo la presidencia de Reynaldo Bignone, se creó el “peso argentino”, que equivalía a 10.000 pesos ley.

Pero también duró poco: en junio de 1985, Raúl Alfonsín, agobiado por la hiperinflación, creó el “austral”, que se llamaba igual que el plan económico ideado por Juan Vital Sourrouille como ministro de Economía.

El austral equivalía a 1.000 pesos argentinos, pero en 1989 ya perdía valor rápidamente, a punto de que llegaron a imprimirse billetes de 500.000 australes.

En 1992, el austral fue reemplazado por el peso.

Casa peso era equivalente a 10.000 australes.

Nacía, además, la convertibilidad de Domingo Cavallo, que ponía al peso en paridad con el dólar: un peso, un dólar. (Y el “deme dos” en Miami, una fantasía).

En enero de 2002, después de la dramática crisis de 2001, que le costó el gobierno a Fernando de la Rúa, el presidente Eduardo Duhalde anunció la salida del 1 a 1, con la consecuente devaluación.

Pero ya no hubo nombres nuevos. Los que tenemos en el bolsillo siguen siendo pesos, aunque valgan cada vez menos.

En síntesis, desde 1969 hasta 1992, la Argentina cambió cuatro veces su moneda y le quitó 13 ceros.

¿Por qué esta historia? Porque el liberal José Luis Espert propuso crear una nueva moneda: el “peso libre”.

Diputado nacional por Avanza Libertad y doctor en Economía, Espert lo propuso en el marco de un plan económico que incluye la reestructuración del Banco Central para convertirlo en el “Banco Central Independiente de la República Argentina”.

Como vemos, una diferencia irremediable con la propuesta de otro liberal extremo, como Javier Milei, de hacer desaparecer el Banco Central.

¿Será una alternativa? Está claro –y lo planteó Espert– que hacen falta reformas estructurales para que, una vez más, no nos comamos una moneda.

Posdata

El dólar estadounidense fue creado en 1792 por la Casa de la Moneda de ese país. Y acá sigue, como eje de nuestras preocupaciones.