Tras su revés en el Senado, Milei rompe puentes con los gobernadores y profundiza su estrategia de veto

Luego de la sorpresiva derrota política en el Senado, donde se aprobaron tres iniciativas impulsadas por la oposición —la suba a las jubilaciones, la reactivación de la moratoria previsional y la declaración de emergencia en discapacidad—, el presidente Javier Milei decidió no convocar a los gobernadores para buscar consensos. En el entorno presidencial creció el malestar y se habla de una “traición” que, aseguran, no tendrá marcha atrás.

La votación en la Cámara Alta, que contó con apoyos de sectores no kirchneristas y legisladores cercanos a algunos mandatarios provinciales, generó un profundo enojo en Balcarce 50. Si bien por la mañana algunos dirigentes oficialistas interpretaron como un gesto favorable el retiro de apoyo de gobernadores como Alfredo Cornejo (Mendoza) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos), la posterior aprobación de los proyectos desató la reacción del Gobierno. “No vamos a convocarlos”, fue la definición tajante desde un alto despacho oficial.

En medio de una fuerte interna dentro de La Libertad Avanza, las críticas alcanzaron incluso a la vicepresidenta Victoria Villarruel, acusada por los libertarios más duros de no haber impedido la sesión. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, intentó desviar la responsabilidad hacia el kirchnerismo, mientras que otros sectores del oficialismo apuntaron directamente contra los gobernadores por “aprovechar su última oportunidad antes de las elecciones”.

En su discurso en la Bolsa de Comercio, Milei reafirmó su decisión de vetar las leyes aprobadas y deslizó que fue víctima de un “puñal por la espalda”. Aunque desde el Ejecutivo se considera la vía judicial como una alternativa para frenar la aplicación de las normas, confían en que podrán sostener el veto en Diputados gracias al apoyo de aliados del PRO y otros espacios.

El Presidente apuesta a resistir hasta octubre, con la expectativa de mejorar la correlación de fuerzas en el Congreso y avanzar con su agenda sin recurrir al diálogo político con las provincias.