La crisis de salud mental en el trabajo: Un costo global de 1 billón de dólares y su impacto en la productividad

La crisis de salud mental en los lugares de trabajo se está convirtiendo en uno de los mayores desafíos para las empresas a nivel mundial. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la depresión y la ansiedad provocan la pérdida de unos 12.000 millones de días laborales anualmente, lo que representa un costo económico global de 1 billón de dólares, una cifra superior al Producto Bruto Interno (PBI) de la mayoría de los países.

Este problema afecta especialmente a sectores como el financiero. Un estudio reciente de Deloitte reveló que un 17% de los empleados en el sector financiero y de seguros en el Reino Unido padecen síntomas graves de burnout, mucho más que el 12% promedio de otras industrias. El costo por empleado con problemas de salud mental en este rubro es de 6.800 dólares anuales, más del doble que en otros sectores.

El aumento de problemas de salud mental está vinculado a diversos factores, entre ellos el impacto de la pandemia de COVID-19, el encarecimiento del costo de vida y la influencia de las redes sociales. Según la OMS, los casos de depresión aumentaron un 25% durante 2020 y 2021, aunque todavía no se han alcanzado los niveles previos a la pandemia.

En este contexto, los líderes empresariales empiezan a reconocer la importancia de priorizar el bienestar emocional de sus empleados. La implementación de políticas de bienestar mental está demostrando ser una estrategia exitosa. Empresas como Brightstar Group, del sector financiero, han logrado reducir la rotación de personal y mejorar la productividad entre un 40% y un 60% al promover la salud mental en el lugar de trabajo.

Por otro lado, estudios realizados por la Universidad de Oxford confirman una estrecha relación entre el bienestar de los empleados y el rendimiento financiero de las empresas. Las compañías que priorizan el bienestar mental superan a las que no lo hacen en términos de resultados bursátiles, un fenómeno que resalta la necesidad de tratar este tema con seriedad para asegurar la sostenibilidad a largo plazo.