Siria enfrenta un futuro incierto tras la caída de Al Assad y años de guerra devastadora

Este lunes, Siria amaneció con la esperanza de un cambio, aunque rodeada de incertidumbre, tras la huida del presidente Bashar al-Assad a Rusia. La toma de Damasco por parte de una coalición de rebeldes liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) puso fin a más de cinco décadas de gobierno de la familia Assad.

El impacto regional es significativo: la caída del régimen limita el alcance de Irán para armar a sus aliados y pone en riesgo la base naval rusa en el Mediterráneo. Por otra parte, la posibilidad del regreso de millones de refugiados genera expectativas, mientras que los desafíos logísticos y sociales que ello implica preocupan a la comunidad internacional.

La reconstrucción de Siria será un desafío titánico. Con ciudades en ruinas y una economía paralizada, el país necesitará miles de millones en ayuda para estabilizarse. "Estamos ante una oportunidad histórica para rehacer nuestra nación", expresó Ahmed al-Sharaa, líder de HTS, en un discurso desde la Mezquita de los Omeyas.

Mientras tanto, en las calles de Damasco, el ambiente es tenso. Aunque las celebraciones de la victoria rebelde se dejaron sentir en algunos sectores, un toque de queda mantiene la ciudad mayormente desierta. Equipos de rescate trabajan en las cárceles del régimen para liberar a los prisioneros políticos que fueron retenidos en condiciones inhumanas.

En el ámbito internacional, las reacciones han sido mixtas. Líderes mundiales, incluido el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtieron sobre los riesgos de una transición caótica y el resurgimiento de grupos extremistas.

El futuro de Siria dependerá de cómo los nuevos líderes gestionen la diversidad religiosa y política del país, así como de la cooperación de la comunidad internacional para enfrentar una de las mayores crisis humanitarias y de reconstrucción de nuestro tiempo.